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Introducción

Introducción
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La innovación es una forma de obtener ventajas frente a los competidores. Las empresas existentes en un mercado están menos obligadas a introducir la innovación en su actuación, dado que cuentan con otras ventajas competitivas; un tamaño mayor, por ejemplo, que les permite contar con costes menores, o una relación establecida con proveedores o distribuidores, etc. Las empresas nuevas (start-ups), al no contar con esas ventajas, se ven obligadas a abrazar la innovación para compensarlas.

La empresa innovadora puede usar esa innovación de diversas maneras, siempre con el objetivo de mejorar su competitividad:

  • Ofreciendo productos o servicios innovadores (mejorados) que desvíen las preferencias de sus potenciales clientes hacia su oferta, en detrimento de la ofrecida por otros oferentes.
  • Mejorando los procesos de producción, lo que podría granjearle lo que su reducido tamaño no le permite, la reducción de sus costes de producción.
  • Accediendo a mercados nuevos.
  • Optimizando sus procesos organizativos, de manera que pueda reducir los plazos de servicio u obtener otras ventajas que beneficien a sus clientes y potenciales clientes.

La innovación puede pues materializarse en ámbitos muy diversos. La empresa puede innovar lanzando productos distintos a los ofrecidos por los competidores (innovación de producto), pero puede también cambiar la forma de fabricar esos productos (innovación de procesos), mediante el uso de una nueva tecnología de producción, por ejemplo. La empresa innovadora puede también organizarse para atender mercados a los que sus competidores no son capaces de atender adecuadamente (innovación de mercado), o puede incluso cambiar de manera radical la forma de plantear el negocio (innovación en el modelo de negocio). A menudo innovaciones en uno de estos ámbitos llevan a innovaciones en otros. Cambios de proceso pueden por ejemplo hacer viables modelos de negocio que no lo eran con los procesos anteriores (ver Estrategia y modelo de negocio). La empresa verdaderamente innovadora entra así en una espiral que convierte la innovación en la piedra angular de su cultura y de su estrategia, una espiral que puede llevarla al liderazgo.

Una innovación acertada puede, como decimos, aportar ventaja competitiva a la start-up respecto a sus competidores. Hay que tener en cuenta no obstante que no todas las innovaciones resultan acertadas. Ofrecer un producto con mejores prestaciones conlleva en ocasiones incrementos en los costes que los potenciales clientes podrían no estar dispuestos a asumir. Pensemos por ejemplo en el precio del pasaje en el Concorde; pocos pasajeros estaban dispuestos a pagar tarifas muy elevadas por reducir el tiempo de cruzar el Atlántico de ocho a tres horas.

Conocer el mercado al que se dirige la innovación es fundamental para estimar si la innovación será o no bien acogida por ese mercado. ¿Qué es importante para el cliente y qué no lo es? ¿A qué está dispuesto a renunciar el cliente y por qué está dispuesto a pagar algo más? ¿Se comportan todos los clientes de manera semejante o se adivinan comportamientos distintos? ¿En función de qué atributos del producto o servicio?

Conocer el mercado es sin embargo complicado cuando, como ocurre en muchos mercados relacionados con la innovación, ese mercado está en proceso de definición, al haberse originado con la propia aparición de la innovación. Las innovaciones radicales, aquellas que producen cambios de alcance en la oferta, los procesos, los mercados, o en todos ellos, plantean retos más complejos para las empresas que se atreven a introducirlas.

En cualquier caso, el esfuerzo por conocer ese mercado existente o en proceso de definición suele valer la pena. El análisis del mercado nos permitirá identificar segmentos mal atendidos por la competencia, o cambios en la percepción que crean necesidades nuevas, necesidades que quizás nuestra empresa pueda resolver mejor que nuestra competencia.

Conocer el mercado no es sólo crucial a la hora de configurar y optimizar la oferta de la start-up. Conocer el mercado es también necesario a la hora de definir la forma en que debemos llevar esa oferta al mercado (ver Construyendo una imagen respetada).

Las empresas innovadoras sobrevaloran a menudo el potencial de sus innovaciones, y minusvaloran en consecuencia el esfuerzo necesario para llevar esas innovaciones al mercado. La realidad es que, en la mayoría de los mercados, la mayor parte de sus integrantes son reacios al cambio, y tardan en abrazar la innovación mucho más tiempo del que la start-up que la ofrece puede resistir. Es por ello muy conveniente entender cómo responden los mercados ante las innovaciones, y aprovechar ese conocimiento para que juegue a nuestro favor (ver La respuesta del mercado).

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