Las ventas de Imegen fuera de España suponían en 2012 el 22% de la facturación. Cuatro años después suponen una tercera parte del total. Lo lógico para una empresa que trata de atender el mercado global es que se sitúen por encima del 80%. Ese es ahora el objetivo, pero como indica Ángela, "para despuntar a escala internacional queda mucho por hacer". Imegen está trabajando en ello. La logística está ya preparada para recibir muestras de numerosos países. La comercialización se acomete mediante distribuidores a nivel de cada país, distribuidores con los que se establecen alianzas con vocación de continuidad.
Manuel otea por otra parte un salto cualitativo de la Genética médica en un futuro no muy lejano. Hasta ahora, el enfoque de la industria se ha situado en evitar que aparezcan enfermedades. La aplicación sistemática a personas que no están en principio expuestas a riesgos genéticos importantes podría ampliar el campo de aplicaciones. Las personas sanas pueden extraer información valiosa de un análisis genético, información que les sirva para mantener y mejorar su bienestar. El camino por recorrer resulta prometedor.
"Sería muy bonito", opina Manuel, "desempeñar un papel activo en ese futuro", pero no se aparta de su prudencia. Imegen no tiene la dimensión ni los recursos para asumir un rol más relevante. El desarrollo científico está en las universidades y el liderazgo en la aplicación recae en las capacidades de actores de mayor tamaño y que actúan de manera más transversal. Quizás no sean ni siquiera las empresas del sector las que asuman ese rol. Google ha jugado ya un papel en la lectura del genoma humano.
En cualquier caso, Imegen jugará sus cartas en ese futuro porque permanece atenta a lo que ese futuro pueda deparar, y porque tiene la solidez de un proyecto construido a base de conocimiento y prudencia, pero también de sana ambición.