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Una historia repleta de enseñanzas

Una historia repleta de enseñanzas
Una historia repleta de enseñanzas

Manuel Pérez Alonso se ve más a sí mismo como científico que como empresario y, de hecho, no ha dejado nunca la universidad y la ciencia. Como investigador ha dirigido más de veinte proyectos de investigación en el ámbito de la Genética molecular y la Genómica aplicada a la Medicina, ha publicado más de cincuenta artículos científicos en publicaciones de alcance internacional y es autor de tres patentes biotecnológicas que han sido licenciadas a la industria. Como profesor de la Universitat de València imparte materias relacionadas con la Genética del desarrollo y la Ingeniería genética.

Sin embargo, Manuel es un pionero de la creación de empresas basadas en la investigación en España. Manuel montó su primera spin-off en los años noventa, cuando el concepto ni siquiera se había popularizado en nuestro país, y cuando la universidad española ni siquiera había atisbado la necesidad de pronunciarse sobre el papel que este tipo de empresas podía o debía desempeñar. Y es que Manuel no ve la ciencia como un objetivo final de su labor, como el final de un camino. Su inquietud le lleva a intentar aplicar aquello que descubre. No quiere que sus descubrimientos se queden en las publicaciones, quiere ponerlos a trabajar.

¿Cómo sacar provecho de la Ciencia? Una de las pocas formas de hacerlo, tanto hoy como en los noventa en España, es poner en marcha una start-up.

Esa motivación por sacar rendimiento de lo descubierto ha llevado a Manuel a simultanear, durante las últimas dos décadas, la docencia y la investigación con su actividad emprendedora. Su primer proyecto emprendedor arrancaba como empresa en 1998.

Manuel y su equipo no cometieron demasiados errores en aquella primera tentativa, al menos si se tiene en cuenta la bisoñez que lógicamente exhibían. Quizás uno de los más significativos, a la par que comprensibles, fue el tanteo de líneas de producto a la postre menos rentables que las que finalmente configuraron la actividad principal de la empresa. Ya al frente de Imegen (Instituto de Medicina Genómica), su posterior iniciativa puesta en marcha en 2009, lo aprendido en la experiencia anterior le animó a poner el foco en el área médica. Es en esta área en la que se concentraban y todavía hoy se concentran las mayores oportunidades de crecimiento.

El arranque de ambas iniciativas distó en el tiempo más de diez años. Manuel y su equipo acabaron superando en ambas los cinco millones de facturación y las cincuenta personas en plantilla. La diferencia está en que en la primera de ellas necesitaron doce años, mientras que en la segunda lo consiguieron en seis.

En ambas singladuras, el timón del día a día de la empresa no estuvo en manos de Manuel, que se suele reservar el puesto de Asesor científico, aunque sí participe activamente en las decisiones estratégicas. La gerencia corrió en el primer proyecto y corre en Imegen a cargo de Ángela Pérez, que a su licenciatura en Ciencias Biológicas suma un MBA (Master on Business Administration, o Máster en Dirección de Negocios).

El segundo error cometido por Manuel en su primer proyecto tuvo consecuencias de mayor gravedad. Probablemente fue su mayor predisposición natural a la Ciencia la que le hizo dejar en manos de otros integrantes del proyecto los aspectos jurídicos y societarios de su primer proyecto emprendedor, confiando en personas que a la postre evidenciaron que no eran merecedoras de esa confianza. Fue un error que, tanto para él, como para Ángela y para otros accionistas de la primera empresa, tuvo un coste económico y personal desmesurado, suponiendo su salida de la empresa a causa de una serie de maniobras poco ortodoxas, de carácter contable y societario.