Hace veinte años, en 1996, Juan Ramón Rufino, Simon Van Olmen y Álvaro Soler se veían obligados a abandonar los empleos que ocupaban como ingenieros. La mala noticia era acogida con resignación, pero también como forma de dar salida a multitud de ideas que bullían en sus cerebros. Constituyeron entonces una empresa que les permitiera hacer realidad esas ideas. Poco sospechaban las dificultades que iban a tener que superar, sobre todo en los primeros tiempos. Aquel iba a ser en cualquier caso el germen de lo que hoy es una empresa admirada, Multiscan Technologies (Multiscan).
Entre sus primeros trabajos, destacó una farola dotada de inteligencia, capaz de avisar en el caso de que sufriera algún daño o perdiera su funcionalidad. Hoy la enmarcaríamos en uno de los ámbitos de moda, el Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Para la fabricación contaban con proveedores industriales. Lo suyo era el diseño, la electrónica y la programación. Vendieron algunas unidades, pero los potenciales clientes, los ayuntamientos, no vivían entonces momentos suficientemente boyantes como para invertir en inteligencia.
La economía de la incipiente empresa era en aquellos tiempos de subsistencia. A falta de garaje, se instalaron en el comedor de la casa de Álvaro. No pagar alquiler, y no cobrar sueldos, mantenía los costes reducidos. Al cabo de unos meses percibieron la capitalización de las prestaciones por desempleo, a las que tenían derecho por haberse constituido como cooperativa. En una decisión muy congruente con su talante, invirtieron ese dinero en comprar un local para la cooperativa. Concebían el local como una garantía ante un posible fracaso, como una medida de prudencia. La prudencia es algo que habría de acompañar siempre a los tres socios, y así se ha puesto de manifiesto en sus ya casi veinte años de trayectoria empresarial.
Exploraron otros caminos en busca de su lugar en aquella economía de final de siglo. Aplicaron por ejemplo sus capacidades para programar al desarrollo de un software de decoración de interiores particularmente avanzado para la época, pero en cuya comercialización no fueron especialmente hábiles.
La falta de recursos se suplía en aquellas fechas con trabajo, con ilusión y con la satisfacción de estar haciendo algo con lo que disfrutaban.
Estaban trabajando también en el ámbito de la visión artificial cuando coincidieron con responsables de La Española, empresa líder nacional en el procesado de aceituna de mesa. Los fabricantes de aceitunas habían avanzado por entonces en la mecanización de procesos como el deshuesado, el envasado y hasta el rellenado de la aceituna deshuesada con anchoa o pimiento. El control de calidad de las aceitunas se hacía sin embargo de manera manual, mediante un importante número de personas que se situaban junto a una cinta transportadora por la que avanzaban las aceitunas, para identificar y retirar a mano aquellas que presentaban algún defecto. Era un proceso intensivo en mano de obra y, por tanto, costoso y poco fiable.
Cada persona era capaz de controlar como máximo 200 Kg. de aceitunas a la hora. Se necesitaban más de 30 personas para controlar la calidad de 50 toneladas de aceitunas diarias, una producción habitual en algunas empresas del sector.
La fatiga de los operarios actuaba por otra parte en contra de garantizar unos niveles de calidad homogéneos, y convertía el trabajo de estos operarios en poco gratificante. Multiscan se apuntó su primer acierto notable desarrollando la máquina capaz de hacer esta tarea de manera automática, mediante técnicas de visión artificial.
Cuando alguien inquiere sobre la pérdida de puestos de trabajo que esta mecanización puede suponer, en Multiscan tienen la respuesta clara. Gracias a la mecanización la industria española de la aceituna procesada es más competitiva que la de países con costes menores de mano de obra. Esto es lo que permite a esta industria sobrevivir en España. Es cierto que en el camino se han destruido puestos de trabajo de baja cualificación, pero son puestos que se habrían perdido igualmente si la industria hubiera sucumbido ante competidores extranjeros con menores costes laborales. Como compensación, se han creado otros puestos para personal más cualificado, empleos más atractivos y mejor pagados, como los de los veinte ingenieros que trabajan hoy para Multiscan, junto a montadores, comerciales, administrativos, etc., para completar una nómina de sesenta.